23 julio, 2009

Chacahua en la azotea II

Durante el último año prácticamente no subí al jardín de la azotea y mi proyecto de roofgarden quedó a medias. Muchas de las plantas que había puesto, sobre todo las enredaderas, no aguantaron la temporada de secas y murieron, y la pintura de Tepoztlán se deslavó.

Así que en las vacaciones de verano, ya bien recuperada del postparto reanudé mi proyecto de convertir un espacio muerto en un jardín.

Primero que nada, mandé hacer los vanos en la celosía para poder asomarse a la calle.

Resultó más sencillo de lo que imaginaba. Al albañil le llevó dos días cortar y tirar la celosía y otros dos días emboquillar. Salieron 8 costales de cascajo.

Los vanos hicieron toda la diferencia... el espacio que se sentía encerrado se volvió muy amigable, y los vecinos y las visitas por fin se sintieron entusiasmados de pasar ahí el día.

También quité los marcos de las jaulas y los utilicé como estructura para un techo. A esta estructura le amarré cuerdas de plástico de colores que forman una cuadrícula.


De esta red de cuerdas cuelgo unas cortinas de bambú con pinzas de colores para la ropa, de tal manera que dos terceras partes de la terraza quedan bajo media sombra.

Pero también podría colgar telas o poner una lona de manera más permanente.

También conseguí una sombrilla que asemeja una palapita y que se coloca rápidamente en una base de tripié. Ambas cosas las encontré de casualidad en el super.

Después de los meses pasados junté una muy buena composta, de gran textura, color y olor, muy buena para sembrar nuevas plantas. En esta ocasión opté por petunias, dalias, hortensias, geranios y algunas hierbas para cocinar como cilantro, perejil, romero, albahaca y menta.
A diferencia de las enredaderas, muchos de los geranios aguantaron muy bien la temporada de secas, los podé y puse piesitos en agua, y en cuanto empezaron las lluvias en junio los sembré con la composta. En pocas semanas todos los geranios reverdecieron y florearon.

Quité todos los alambres, clavos, antenas y demás para hacer el espacio amigable para Ana que en poco tiempo empezará a gatear.

Cuando subo al jardín de la azotea pongo unos tapetes, cuelgo algunas hamacas, pongo la sombrilla y algunas cortinas de bambú. Colocar el tinglado me lleva unos 15 minutos...

¿Qué tal el antes y después?

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